Una educación cuerpo, mente, corazón como desarrollo integral del ser humano

¿Qué está pasando con los niños y niñas de hoy?

Las características ya desde su nacimiento son muy diferentes a generaciones anteriores. 

Los profesores están contendiendo con niñas y niños que no pueden estar sentados sin moverse, que les cuesta estar atentos y que tienen capacidad para «reventar» el sistema de aprendizaje.

Padres, profesores ya no saben cómo manejar la energía que tienen en las casas, en los colegios y en los institutos.

¿Qué está pasándonos?

Es tan sencillo y obvio como que el ser humano está evolucionando. Estamos asistiendo a un cambio generacional que como todo cambio lleva consigo resistencias, revuelos y adaptabilidad, y aquí es donde está la clave para el desarrollo de una educación nueva: adaptarse a los nuevos tiempos educativos, al igual que lo hacemos en otros ámbitos.

Trabajar con nuevas habilidades y estrategias para un aprendizaje inteligente que enseñe a vivir una vida plena, equilibrada y feliz.

Nuestra labor es ser facilitadores para un sano desarrollo integral de los chicos y chicas, entendiendo, comprendiendo y disfrutando del nuevo giro que está ocurriendo.

No podemos esperar a que nos den los cambios hechos, tenemos que propiciarlos desde el desarrollo personal, desde el ejemplo enseñamos más que desde las palabras.

A los padres nos vendría bien relajarnos un poco, dejar de ser tan PADRES llenos de cosas para enseñar y proteger, y disfrutar más de los hijos, sin tantas tensiones, recordando cómo éramos nosotros de pequeños, qué sentíamos y qué necesitábamos.

«Es deber de los padres preparar a sus hijos para el camino, nunca preparar el camino para sus hijos».

A los docentes, profesores y maestros les cambiaría su día a día si volviesen a soñar, a pensar por qué decidieron ser docentes y trabajar con niños. Que sientan el privilegio que es poder ayudar, acompañar, educar y enseñar a los que crearán nuestro futuro.

Hoy los niños vienen al mundo queriendo aprovecharlo para cosas más profundas que el mero consumo que esta sociedad vive constantemente, con la pérdida de valores que eso ha conllevado.

El gran privilegio que tiene un docente es poder poner una semilla en una «tierra fértil «para que vaya dando los frutos que pueda en cada momento, respetando las vicisitudes y «contratiempos del tiempo», que a veces impedirán florecer y producir conforme a nuestras expectativas, que por cierto deberíamos revisar más a menudo.

Y para esto, la prioridad es capacitarnos como adultos que estamos al cuidado de los niños, para estar «en forma emocionalmente», gestionar adecuadamente los procesos personales, y aprender a «manejarse» y manejar las tensiones de forma hábil, y desde ahí luego enseñar las técnicas a los propios niños.

No nacemos enseñados, todos estamos aquí aprendiendo y evolucionando a través del trabajo diario. Nunca hay que desanimarse. Cada circunstancia es una oportunidad para aprender.

El entusiasmo, la empatía, una actitud positiva, la creatividad y una cierta sensibilidad para cómo hacer las cosas, transforma las circunstancias adversas que van surgiendo.

Si hay un error, es pensar que los profesores están en una parte, los padres en otra y los niños en una diferente.

La unión, el esfuerzo, el diálogo entre todas las partes, es la clave de algo holístico, algo que lleva directamente hacia un entendimiento que necesita cada uno para disfrutar, y sentir que todos formamos un conjunto global que tiene como objetivo el BIEN-ESTAR.

El Dr. Shichida dice: «Si usted ama a su hijo, ya le está enseñando»

Al igual pasa con un profesor que ama su trabajo, ya está enseñando.

Para ellos y para todo aquél que quiera descubrir y descubrirse, he creado este método con recursos para ayudarnos a vivir más plenamente.

Yo me descubro ante ti por dedicarte a la docencia y sólo recordarte que tu labor es vital en nuestro presente y futuro.

Vivimos un momento importante con todo lo que está ocurriendo en este mundo vertiginoso. Debemos dar la vuelta a la tortilla y aprovechar todo lo que nos sucede para girar hacia una vida más plena y llegar a tener un mundo mejor, no como utopía, sino como una realidad que parta del compromiso de cada uno por cambiar y evolucionar en sí mismo.

Ver la vida desde otras perspectivas de plenitud y desarrollo personal es el camino para poder llegar a entender ¿qué queremos ser de mayores?, y preguntarles a los niños ¿qué quieren ser de pequeños?

 

Ejercicio práctico:

Cierra los ojos ahora: Visualízate en alguna fotografía que tengas o en ese recuerdo que tienes de chiquitín. Observa las sensaciones que tenías. ¿Qué ropa llevabas? ¿Cómo eras? ¿Por dónde te lo pasabas bien y cómo? Qué necesidades tenías y cómo te hubiera gustado que te enseñaran y tratasen en la escuela, en casa… ¿Qué maestros y profesores recuerdas más? Quizás los que te enseñaron algo útil e importante para tu vida. 

 

 

Luis Fernando Caminero López de Lerma

 

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Comentarios: 3
  • #1

    Estíbaliz (martes, 30 julio 2019 15:58)

    Es muy necesario volver a recordarnos de pequeños. Eso hace que podamos empatizar con los niños y niñas de hoy. Seguramente nuestras necesidades y anhelos no sean muy distintos de los que ellos tienen ahora; aunque lo manifiesten de otra forma, pues también su forma de vida es muy distinta a la nuestra.
    Qué bello ponernos en su lugar, agacharnos a su altura y mirarles a los ojos, darles su tiempo, acompañarles aunque nos desborde en ocasiones. Por qué nos desborda? A qué dedicamos el tiempo? Cuál es nuestra escala de valores?
    Me encanta que reflexionemos juntos.
    Gracias por esta iniciativa, Luís. Un abrazo!

  • #2

    Rosa María (martes, 30 julio 2019 23:47)

    Cuánta verdad en tus palabras
    Qué bueno parar de todos nuestros quehaceres y reflexionar en algo tan importante
    Muchas gracias , Luis

  • #3

    Esther (viernes, 16 agosto 2019 00:39)

    Maravillosa y valiosa reflexión, que verdad todo lo que dices...los niños necesitan más educadores que eduquen desde la consciencia y creen consciencia.
    ¡Gracias Luis!

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